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La historia de la monja enojada

(Jataka)

Un día el Buda Sakyamuni y sus mil doscientos cincuenta grandes discípulos fueron invitados por el rey Pasenadi a una gran comida en su palacio. Fueron allí acompañados por muchos dioses celestiales entre los cuales estaba también Indra.

Pero cuando el Buda quiso entrar en el palacio del rey Pasenadi, una monja que había atado un recipiente bajo su ropa para hacer creer a todos que estaba embarazada se presentó ante él. Declaró delante de todos que Buda Sakyamuni era su marido y que estaba embarazada de su hijo. Añadió que Buda era un muy mal marido porque no le proporcionaba ropa y comida y no quería cuidar de su futuro bebé. Así que algunas personas comenzaron a tener dudas sobre el Buda y su comportamiento. Sin embargo, el Buda sonrió e Indra comprendió inmediatamente que el Buda quería explicar la enseñanza. Por lo tanto, Indra, convirtiéndose en un ratoncito, se metió bajo la ropa de la monja y royó las cuerdas con sus dientes para que el cubo cayera al suelo. Así todo el mundo pudo ver que esta monja no estaba embarazada y por lo tanto había calumniado al Buda.

El rey Pasenadi se enojó mucho y quiso enterrarla viva. Sin embargo, Buda le impidió cometer este crimen y comenzó a explicarlo:

«Hay muchas kalpas. Un comerciante vendía muchas perlas. Una dama se presentó ante él y comenzó a negociar el precio. De repente, un joven vino y ofreció el doble de dinero que la dama y compró todas las perlas. Entonces la señora se enfadó mucho. Le dijo al joven que él le había impedido negociar el precio de las perlas y le pidió que se las diera. Le amenazó con que si no lo hacía, le calumniaría.”

El Buda dice:

«Hoy esta señora es nuestra monja y el chico que compró todas las perlas soy yo. «

Después de la explicación todos entendieron por qué esta monja estaba tan enojada con el Buda.

De esta historia podemos sacar dos conclusiones: la primera es que si no conseguimos lo que queremos y nos enfadamos por ello, crearemos malas relaciones kármicas con los demás y aumentaremos las posibilidades de ir al infierno. En nuestro ejemplo esta señora calumnió a un Buda y la consecuencia kármica fue que probablemente se iría al infierno.

La segunda conclusión es que el karma nos acompaña de vida en vida y tan pronto como se den las condiciones necesarias, las semillas kármicas darán sus frutos. Si hemos sembrado buenas semillas con otros y las encontramos en esta vida, entonces sin saber por qué, inmediatamente se compadecerán de nosotros. De lo contrario, una persona con la que tenemos una mala relación kármica nos odiará a primera vista. Nada sucede por casualidad. Por eso debemos practicar la generosidad con la gente tanto como sea posible y evitar enfadarnos.