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El Rey de las Tortugas


(Jataka)

Hace mucho tiempo, el rey de las tortugas vivía al borde del océano. Las tortugas y todos los pueblos del océano lo respetaban, porque este rey tenía el arte de poner fin a los conflictos cuando éstos surgían.

Esta tortuga, a menos que fuera un animal que se pareciera mucho a ella, era tan grande que cuando dormía en medio del océano se la confundía con una isla.

Un día mientras dormía en la playa, un barco mercante se acercó a ella, y sus pasajeros, pensando que habían encontrado una roca, colocaron sus mercancías en su vasta concha y se sujetaron a ella junto con algunos animales. Incluso encendieron un fuego allí para preparar su comida. Toda esta animación despertó al formidable animal. Sus ojos se abrieron, inmensos, y viendo el cansancio de los comerciantes, las llamas que flameaban y todo el equipo que sostenía, pensó que si se sumergía en las profundidades del océano, el fuego se extinguiría, pero también causaría la muerte de todos los seres que llevaba en su caparazón. Sin embargo, la quemadura que el fuego le produjo se volvió insoportable. Después de pensarlo, la tortuga pensó que sería bueno ir a la orilla del agua para reducir su temperatura corporal. Sin embargo, tuvo cuidado de moverse muy lentamente, para que nadie tuviera miedo de ver una roca moviéndose hacia el océano por sí sola. Pero esto no impidió que los comerciantes se asustaran, porque pensaron que la tierra estaba temblando o que la marea estaba cambiando repentinamente. Rezaron a los dioses celestiales para que vinieran a rescatarlos. El rey de las tortugas, al oír sus gritos de alarma, emitió sonidos lo suficientemente tranquilos como para que los comerciantes recuperaran la calma y comprendieran que no quería otra cosa que aliviar la sensación de ardor que sufría. Eventualmente los hombres se dieron cuenta de que se habían instalado en la espalda de la tortuga y que la tortuga no les quería hacer daño. Así que le agradecieron su amabilidad. Después de terminar de comer, se fueron, felices de haber conocido al rey de las tortugas, tan felices que pensaron que era un gran bodhisattva.

Debemos entender en esta historia que los Budas y los Bodhisattvas nunca están lejos de nosotros. Pueden muy bien tomar la apariencia de una tortuga gigante, una persona miserable, un antepasado, un pájaro… Adoptarán la forma que les convenga, según las afinidades que tengan con otros, para poder ayudarles mejor. Lo esencial es poder establecer esta compasión con los demás, y aunque sufran el fuego que se les infligiría, no cederán a la ira o al reproche. No será una sorpresa entonces saber que el Rey de las Tortugas fue una de las vidas pasadas del Buda Sakyamuni. El Buda enseñó en este episodio cómo practicar la generosidad hacia los demás, incluso a pesar del dolor que nos pueden infligir. Básicamente, este texto plantea una pregunta central: ¿podemos mostrar compasión hacia las mismas personas que nos lastiman?