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Un hombre rico que era ciego, sordo y mudo


Hace poco fui a visitar a una amiga. Allí encontré a una mujer muy enfadada con unos dirigentes acostumbrados a mentir y que habían conseguido reducir sus libertades y oscurecer su alegría de vivir. Cuando me vio, me preguntó cómo veía el budismo a esa gente que inventa tantas mentiras para aumentar su poder y su riqueza.

Le conté una historia[1] sobre un hombre que era ciego, sordo y mudo, pero que había nacido en una familia extremadamente rica y era el heredero de la familia. Su hermana había ido a preguntar al Buda Sakyamuni por qué su hermano podía heredar tanta discapacidad y el dinero de su familia. El Buda respondió:

«Hace mucho tiempo, el hermano de un juez de honestidad intachable y gran generosidad prestó una gran suma de dinero a un comerciante. A continuación, pidió al juez que fuera testigo de la transacción. Poco después, murió. Su hijo pidió al comerciante que le devolviera el dinero, pero éste se negó, pues sabía que el hombre que le había prestado el dinero había muerto. Se dirigió a la esposa del juez y le dio algunas joyas y dinero para que convenciera al juez de que la transacción de la que se había visto beneficiado nunca había tenido lugar. Al principio el juez se negó a esta deshonestidad, pero cuando su esposa le chantajeó, finalmente accedió. Su sobrino estaba muy decepcionado y afectado por esta decisión que había tomado su tío.

El Buda afirma además:

«Tan pronto como el juez perdió su vida, fue arrojado al infierno, y luego pasó quinientas vidas en familias ricas, pero sin la capacidad de ver, oír y hablar.

Después de contarle esta historia a mi amiga, le dije que el juez había tenido ese destino porque había negado su propia palabra, negado lo que había oído y negado lo que había visto. Así se había vuelto, ciego, sordo y mudo. Pero como también había sido generoso, había podido reencarnarse en familias ricas. Por lo tanto, los que mienten a los demás tienen consecuencias kármicas muy graves. Añadí que no hay que sentir ira hacia estas personas, sino compasión. Estas palabras calmaron un poco a mi amiga y le sugerí que rezara por estos seres, para que tuviéramos una buena afinidad kármica con ellos y para que más adelante pudieran alcanzar la sabiduría budista.

El karma es una realidad que no podemos negar.

[1] 賢愚經卷五 – Xiányú jīng – El sutra de los sabios y los tontos, capitulo 5