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¿Por qué el budismo enseña el concepto de la ausencia de yo?

El concepto de no-yo en el budismo es una clave importante hacia la iluminación. Es imposible que alcancemos la liberación y realicemos el nirvana si todavía hay «marcas del yo» en nuestro interior.


Te recordamos que las «marcas del yo» y todos los demás términos budistas, como los cinco agregados, las cuatro nobles verdades, los tres venenos y el nirvana, y sus definiciones, fueron enunciados por Buda y pueden ayudar a los practicantes budistas a seguir su camino y sus enseñanzas.

El Buda dice que hay cinco agregados que se encuentran en todos los seres humanos, y que podemos experimentarlos en nuestra vida diaria. Estos cinco agregados son dharmas que surgen y desaparecen constantemente. Están sometidos a cambios provocados por causas y condiciones no relacionadas con la naturaleza del verdadero yo. El Buda los compara en muchos sutras con la espuma, las burbujas o un espejismo o ilusión, para subrayar que estos dharmas son siempre cambiantes e impermanentes y, por tanto, ilusorios y engañosos. Por esta razón, los practicantes no deben confundir los cinco agregados con el verdadero y permanente yo.

Examinemos brevemente cada uno de los cinco agregados:

  1. El agregado de la forma: este es nuestro cuerpo. La mayoría de los seres humanos consideran su cuerpo físico como su «yo», y cuando una persona es, por ejemplo, golpeada, dice: «¡Me han golpeado! En este caso, dicha persona considera su cuerpo físico como su «yo».
  2. El agregado de sentimientos: son las distintas sensaciones que pueden ser agradables, desagradables o neutras. Imaginemos que sentimos placer: basta con que aparezca el más mínimo dolor en nuestro cuerpo para que esta sensación placentera desaparezca. Y cuando el dolor desaparezca más tarde, sentiremos algo que no es ni agradable ni doloroso y que podemos llamar «neutral». Por lo tanto, el sentimiento es impermanente y no debe confundirse con el «yo» sólo porque «yo» sienta todo esto.
  3. El agregado del entendimiento: es gracias a él que percibimos lo que nos rodea, y como decimos: «veo» o «escucho», «me atrae o me repele tal o cual objeto», podemos tener la ilusión de que somos este agregado. Pero en este conjunto tampoco hay un «yo». De hecho, nunca percibimos un objeto durante demasiado tiempo y nada nos atrae o repele para siempre.
  4. El agregado del proceso: nos permite tener actividades corporales, verbales y mentales para realizar nuestros pensamientos e intenciones. De nuevo, al decir «estoy haciendo esto o aquello» podemos ver nuestro «yo», pero sigue siendo una ilusión y este proceso tampoco es permanente.
  5. El agregado de vijnanas (conciencias): mucha gente se imagina que pensar y distinguir las cosas es la capacidad última del hombre. «Cogito, ergo sum: yo pienso, luego existo», dijo en su momento René Descartes. Sin embargo, aquí tampoco hay un «yo». Los pensamientos, como todo lo demás, son el puro producto de causas y condiciones necesarias, y desaparecen tarde o temprano.

Dicho esto, cada día nos identificamos con nuestros pensamientos, sensaciones o percepciones y creemos discernir un «yo» en ellos, un «yo» que, sin embargo, es una ilusión y no tiene nada que ver con el verdadero «yo» permanente del que habla Buda.

El Buda utilizó una vez una metáfora que se ha hecho famosa, refiriéndose a la idea de cocinar el arroz poniendo arena. Haga lo que haga, nunca obtendrá arroz con arena, y la temperatura de la cocción, la presión o los ingredientes no cambiarán nada. En otras palabras, el apego a los dharmas impermanentes que siguen apareciendo y desapareciendo en los tres mundos (es decir, el mundo del deseo, el mundo de la forma y el mundo sin forma) nunca puede llevarnos al estado del nirvana, que ni aparece ni desaparece.

Los cinco agregados juntos constituyen todo el ser sensible, y como el Buda demostró tan bien, no hay un yo en ninguno de ellos. Por eso se habla de » ausencia de yo «, y los que quieren liberarse deben evitar apegarse a estos agregados, convirtiéndolos en su «yo» y conservando así las «marcas del yo».

Es importante recordar una vez más que en algunos sutras el Buda habla del «verdadero yo», pero está claro que este verdadero yo no tiene absolutamente nada que ver con lo que los hombres llamamos comúnmente «yo».