Menú Cerrar

Historia del rey Ashoka

(Sutra de los santos e idiotas)

Según he oído.

Un día el Buda y Ananda tomaron sus cuencos y entraron en una aldea para pedir comida. Algunos niños estaban construyendo un castillo de tierra. Mientras jugaban, imaginaban que la tierra era un alimento o un tesoro.


Entonces uno de los niños vio al Buda desde la distancia y la luz que emanaba de él, y se sintió lleno de alegría y respeto. Inmediatamente dijo:

«¡Quiero dar de comer a Buda!»

Agarró un poco de tierra y quiso ponerla en el cuenco de Buda, pero era demasiado pequeño y no pudo lograrlo. Así que pidió ayuda a otro niño e intentó subirse a sus hombros. Así que se las arregló, con la ayuda de su amigo, para poner un poco de tierra en el cuenco de Buda, lo que llenó de alegría a los dos niños.

El Buda aceptó este regalo y entregó la tierra a Ananda, diciéndole

«Con esta tierra se pueden rellenar los agujeros de las paredes de mi habitación.

Cuando regresaron al templo, Ananda lo hizo y puso la tierra en las paredes de la habitación de Buda. En cuanto terminó, se lavó y fue a ver al Buda.

El Buda le dijo entonces:

«Ananda, este niño que me ofreció esta tierra que acabas de poner en las paredes de mi habitación, se convertirá en rey cien años después de mi muerte. Su nombre será Ashoka. El otro niño que lo llevaba a hombros se convertirá en su primer ministro. Juntos conquistarán todos los reinos de la India y difundirán las enseñanzas de Buda, practicarán la generosidad y construirán 84.000 torres por toda la India para albergar mis reliquias.

A partir de esta historia podemos entender que, aunque la generosidad siempre trae beneficios, éstos serán mayores si no nos apegamos a los que podamos obtener. El Buda dice en el Sutra de los Cuarenta y Dos Artículos que si somos generosos con alguien que es pobre, es aún mejor ser generosos con alguien que es «rico». Y si somos generosos con alguien que es rico, es aún mejor serlo con un verdadero practicante. Y, obviamente, es mejor ser generoso con un Buda.

El significado es que siempre debemos utilizar nuestra generosidad para obtener los mejores resultados para todos. Así que si ayudamos a alguien que es rico, podrá ayudar a su vez a más personas: evidentemente no se trata de ayudar a alguien que es deshonesto y ha hecho una fortuna a través de oscuros engaños.

Al mismo tiempo, si somos generosos con un verdadero practicante, con un arhat, con un boddhisattva y, finalmente, con el propio Buda, ayudaremos a la enseñanza y animaremos a la gente a respetarla y a confiar en ella, ofreciéndoles así la posibilidad de liberarse del sufrimiento.