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El agua de la ignorancia

(Avadana Sutra)

Hace mucho tiempo, en cierto país, la lluvia que caía del cielo estaba contaminada. Si uno la bebía, se volvía loco y el efecto duraba siete días. Esta lluvia cayó en todas partes y ningún lago o río se salvó de ella.


El rey de aquel país era muy sabio y, conociendo bien los efectos de esta lluvia, cubría cada vez su pozo para evitar contaminarlo. De este modo, no se volvió loco. Sin embargo, sus súbditos no lograron evitar este destino.

Un día, todos los ministros bebieron esta agua contaminada y se volvieron locos: se desnudaron y anduvieron desnudos. Además, se ensuciaron la cara. Luego se dirigieron al rey, que una vez más no se había vuelto loco y estaba bien vestido. Entonces le preguntaron:

«Pero, ¿por qué estáis vestido así, Majestad?»

De hecho, pensaron que el rey se había vuelto loco. Así que el rey temía que sus ministros, pensando que ya no era apto para gobernar, lo derrocaran.

Por eso, siendo muy consciente de que estaban locos, les dijo

«Esperad un poco, me tomaré mi medicina y volveré a veros.

El rey salió, se desnudó y se puso tierra en la cara. Cuando volvió con sus ministros, todos estaban contentos y no tenían dudas sobre él.

Siete días más tarde, cuando los efectos de la lluvia desaparecieron, los ministros se avergonzaron de lo que habían hecho y volvieron a ver al rey, esta vez cuidando de vestirse adecuadamente. Pero el rey seguía desnudo y con la cara manchada de tierra.

Los ministros le preguntaron entonces:

«Su Majestad, habitualmente usted es muy sabio, ¿por qué está hoy en este estado?

Y el rey respondió:

«Os estoy mostrando cómo érais antes. De hecho, yo no he cambiado, son ustedes los que han cambiado. Ahora que han visto con sus propios ojos, pueden entender su error.

El Buda dijo que esta agua es el agua de la ignorancia. Estamos ciegos por nuestra propia ignorancia y pensamos que todo lo que hacemos es correcto. Si el Buda hubiera dicho de inmediato que realmente existe un verdadero yo que no nace y no muere y cuya naturaleza es vacía, todos habrían pensado que el Buda se había vuelto loco. Así que tuvo que utilizar una forma más sencilla de explicar la enseñanza y guiar a la gente poco a poco. En realidad, este verdadero yo está fuera del bien y del mal y de los dharmas funcionales y no funcionales. No nace y, sin embargo, siempre está ahí. No tiene forma y, sin embargo, existe realmente.

De esta historia podemos entender que los que son verdaderamente sabios y tienen conocimientos correctos son siempre muy pocos. Por eso, el verdadero practicante debe intentar adaptarse a los demás, sabiendo que todo esto no es más que ignorancia. La función del verdadero practicante que tiene el conocimiento correcto es guiar a los demás poco a poco para que todos lleguen al camino correcto.