Me puse muy triste cuando me enteré de que una amiga mía se había suicidado recientemente. La conocí unos veinte años antes, cuando vino a Francia a estudiar.
Buscaba una persona que le garantizase su piso, y como era una estudiante extranjera y no conocía a nadie, yo había aceptado ayudarle personalmente.
Poco después, conoció a un hombre que se enamoró de ella y más tarde se convirtió en su marido. Sin embargo, cuando ambos regresaron a Taiwán, ya los dos se divorciaron. Sin embargo, este hombre, que seguía muy enamorado, la había perseguido de nuevo, de modo que habiendo sido su marido, se había convertido en su novio.
Era una mujer muy activa que siempre quiso demostrar que era fuerte e independiente. Ambos eran practicantes del budismo tibetano. Debo aclarar aquí que no comparto las ideas del budismo tibetano, al que veo sobre todo como una doctrina política y muy distinta del budismo Mahayana, y al que reprocho los numerosos abusos sexuales de los que se acusa a varios monjes de esta rama.
Esta joven iba a partir hacia la India para conocer al Dalai Lama, y antes de su partida estuvimos cenando juntos. Aproveché la oportunidad para recomendarle la visión del Mahayana, pero se negó a escucharme y posteriormente me borró de su lista de amigos.
Un año después, cuando regresó a Taiwán, me enteré de que su familia la había internado en un hospital psiquiátrico porque se había vuelto muy agresiva y se comportaba de forma extraña. Me pareció muy curioso que una persona que había pasado un año practicando el budismo volviera en ese estado psicológico. No era la primera persona que pasaba por esta dolorosa experiencia: ya había conocido antes a otras dos personas que tuvieron experiencias similares a la suya.
Su novio estaba convencido de que era una auténtica practicante, ya que disfrutaba constantemente del momento presente y, además, su suicidio la había liberado. Le contesté que, según los sutras, el suicidio era una falta lo suficientemente grave como para enviarnos al infierno y que, por tanto, no era liberador.
Tus palabras son falsas», respondió.
– No son mis palabras -objeté-, sino las del Buda.
– Bueno, no creo en las palabras de Buda.
– En ese caso, ¿se puede afirmar realmente que se es budista?
Entonces explicó que el budismo era para él una filosofía de vida, no una religión, y que no deseaba creer en los seis caminos de la reencarnación. Como todavía estaba desconsolado, no me atreví a ir demasiado lejos en mis comentarios, pero al menos le dije que una visión equivocada puede matar a mucha gente. Fue a partir de esta idea que sentí el deseo de escribir este artículo.
- ¿Vivir en el momento presente se corresponde con la doctrina budista? En el Sutra del Diamante, encontramos el siguiente pasaje: «No te apegues a lo pasado. No te apegues a lo que hay ahora. No te apegues a lo que está por venir.”
Si vives el momento presente, ¿no es cierto que estás apegado a él? Entonces no estás practicando la enseñanza de Buda.
- El suicidio y los caminos de la reencarnación. En el séptimo capítulo del Mahāparinirvāṇa Sūtra, Buda explica que el suicidio es un asesinato contra uno mismo, y que en él el que se da la muerte se arriesga a descender a uno de los tres caminos inferiores: el infierno, los fantasmas o los animales. Las palabras de Buda son claras, y es aconsejable reflexionar sobre el lugar que ocupa el quitarse la vida de esta manera. El capítulo 20 del Śāriputrābhidharma sastra enumera veinte acciones que conducen muy rápidamente al infierno. El suicidio, pedir a alguien que mate a otra persona, matar a alguien uno mismo…, todas estas acciones forman un karma tan malo que el que las comete es muy probable que sea impulsado como una flecha al infierno. El suicidio, como vemos, no libera del sufrimiento en absoluto. Además, el mal karma que hemos creado en la vida pasada reaparecerá en la futura vida. Por lo tanto, el suicidio no evita el sufrimiento futuro, y también causa sufrimiento a los que están cerca de nosotros.
La persona que se suicida no ha aprovechado plenamente la oportunidad de vivir la experiencia humana, no ha apreciado su humanidad, por lo que las posibilidades de que en la próxima existencia vuelva a encarnarse en un cuerpo humano son bajas.
Añadiríamos que la mente de la persona que se ha suicidado está muy atormentada, de modo que su bardo (el cuerpo fantasmal que creó tras su muerte física) permanece unido al lugar mismo donde se dio la muerte, es decir, en ese espacio que, para esta persona, está profundamente impreso con el sufrimiento que experimentó allí. Esta situación ya es un infierno para ellos. Por eso el Buda explica que el suicidio produce un fruto kármico que lleva a la persona a los caminos inferiores. Algunos de mis amigos, que han conseguido desarrollar algunos poderes psíquicos, me han confirmado que la joven de la que hablo seguía presente, una semana después de su muerte, en la casa donde había decidido marcharse, y que estaba llena de ira.
El Sutra de Amitabha se refiere a la tierra pura del Buda Amitabha, donde no hay sufrimiento y donde es posible aprender el budismo hasta la liberación. Si deseas alcanzar la liberación, una de las cosas que debes hacer es mantenerte en la conducta correcta, en las diez buenas acciones (no matar, no mentir, no robar…), y recitar regularmente el nombre del Buda Amitabha, lo que te permitirá, si acumulas suficientes méritos, renacer en su tierra pura. Si quieres renacer en la tierra en la que estamos, te recomiendo que practiques la generosidad, la tolerancia y la conducta correcta, para acceder a la sabiduría de la liberación.
El suicidio no resuelve nada. Por el contrario, produce más sufrimiento. Consideremos la ley del karma: si hoy sufrimos mucho, es porque hemos sembrado muchas semillas kármicas negativas en el pasado. Cuando surge una dificultad, hay que afrontarla con valentía, acostumbrarse a confesar nuestras faltas y cultivar nuestra tolerancia para transformar el problema en sabiduría en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, para la sabiduría de la liberación necesitaremos más: más buenos frutos kármicos, más práctica y más iluminación.
Os recomiendo que disfrutéis de vuestra vida y seáis lo más generosos posible, para que podáis repartir muchas semillas kármicas buenas a vuestro alrededor. Amitofo.