(Sutra Dharmapada)
Un día, el dios celestial Indra, que reinaba en el trigésimo tercer cielo, se dio cuenta de que pronto moriría. En efecto, acababa de observar los cinco fenómenos que indican que la vida de un dios está llegando a su fin: la luz que emanaba de su cuerpo comenzó a desvanecerse, las flores de su pelo empezaron a marchitarse, ya no le apetecía permanecer en su palacio, donde antes se sentía tan bien, sus axilas empezaron a desprender un olor desagradable y el polvo empezó a acumularse en su ropa, habitualmente limpia.
Indra estaba muy preocupado porque había visto a través de sus poderes sobrenaturales que iba a renacer como un animal: iba a ser un burro en su próxima vida. Entonces acudió al Buda Shakyamuni para pedirle ayuda. Obviamente, el Buda era consciente de la situación y le estaba esperando.
Indra llegó, saludó al Buda y en ese mismo momento falleció y se reencarnó en el vientre de un burro. La burra, cuyo trabajo consistía en hacer girar una piedra de molino, no se sentía bien desde que había quedado embarazada. Así, mordió varias veces la cuerda con la que estaba atada y consiguió escapar, lo hizo en el camino, rompiendo un montón de cerámicas. Su amo no estaba muy contento con lo sucedido, así que la castigó con un látigo. La burra corría y el amo no dejaba de golpearla. Finalmente, lo que ocurrió fue que la burra abortó. Por otra parte, por sorprendente que parezca, Indra, que había terminado así de pagar su deuda kármica, pudo reencarnarse de nuevo como dios celestial para reinar sobre el trigésimo tercer cielo. Fue a presentarse de nuevo ante el Buda Shakyamuni y éste le felicitó diciendo:
«Viniste a saludarme justo antes de tu muerte, y gracias al mérito que así adquiriste, pudiste deshacerte de tu mal karma con bastante rapidez. «
Tras escuchar esto, Indra recomendó a todos los dioses celestiales que se refugiaran en el Buda.
¿Qué podemos concluir de esta historia?
A menudo la gente no es consciente de que el acto de tomar los tres refugios (en el Buda, en su enseñanza y en la comunidad de practicantes) les aportará grandes méritos. En nuestra historia, Indra consiguió refugiarse en el Buda justo antes de su muerte y pudo obtener grandes beneficios de él. De hecho, la enseñanza de Buda permite a los seres sensibles salir del ciclo de reencarnaciones y adquirir la sabiduría de la iluminación y, al mostrar su respeto hacia Buda, Indra, siendo un dios celestial poderoso y respetado, animó a muchos seres a seguir a Buda y así ayudó a que su enseñanza se difundiera. Si una persona realmente practica, seguramente alcanzará la sabiduría de la liberación y la tranquilidad y será capaz de guiar a otros también. Por eso, respetar al Buda y sus enseñanzas aporta tantos méritos.