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La niña bonita que se fue al cielo


(Sutra del Tesoro)

En aquella época, en el sur de la India, era tradición que las chicas solteras se levantaran muy temprano para barrer toda la casa.

Así, la hija de un hombre rico se levantaba cada mañana para barrer la casa.

Un día, mientras barría la puerta, vio al Buda Shakyamuni caminando por la calle. Sintió una gran alegría y miró al Buda con gran respeto.

Esta chica no vivió mucho tiempo y tras su muerte ascendió al cielo para convertirse en una diosa. De hecho, los dioses celestiales, nada más nacer, ya saben tres cosas: recuerdan su vida pasada, saben dónde están y saben qué hicieron para nacer como dioses. Por ello, nuestra diosa comprendió inmediatamente que estaba en el cielo porque había sentido una gran alegría al conocer al Buda Shakyamuni.

Bajó a la tierra para agradecer al Buda y le pidió que le explicara la enseñanza. Apenas terminó de conversar, ella alcanzó el primer fruto de la liberación y se convirtió en srotapanna, rompiendo los tres nudos.

Sin embargo, algunos monjes no entendían por qué una diosa había bajado a la tierra para escuchar la enseñanza y cómo podía obtener el primer fruto.

El Buda les explicó entonces: «Me encontró mientras barría frente a su puerta y sintió tal alegría que renació en un paraíso celestial».

En esta historia hemos aprendido una de las formas de nacer en un paraíso celestial.

En realidad, hay cuatro factores que determinan nuestra próxima reencarnación:

  1. Fuerza kármica: si una persona ha cometido muchos pecados a lo largo de su vida, nunca podrá ir a un paraíso celestial, aunque quiera ir allí, y acabará en cambio en el infierno.
  2. Pensamiento en el momento de la muerte: Si una persona tiene muchos méritos y en el momento de la muerte quiere ir a un paraíso celestial, puede nacer allí. Es en el momento de la muerte cuando podemos tomar una decisión sobre nuestra vida futura. Por eso es un momento extremadamente importante. Por ejemplo, aunque tengamos muchos méritos, si sentimos ira en el momento de nuestra muerte, no sólo no podremos reencarnar en el cielo, sino que caeremos en un camino inferior.
  3. Hábitos: Por ejemplo, si una persona alcohólica estuvo siempre rodeada de amigos alcohólicos, después de su muerte intentará naturalmente volver a estar con ellos. La razón es que el karma colectivo hace que a menudo nos juntemos con personas que tienen los mismos hábitos que nosotros.
  4. Grandes deseos: un gran Boddhisattva puede nacer fácilmente en un paraíso celestial, pero tiene compasión por los seres sensibles y vuelve a la tierra para ayudarles a liberarse. Recordemos que el Boddhisattva Ksitigarbha fue al infierno para liberar a todos los seres que allí se encontraban, siendo su voto que hasta que el infierno no estuviera vacío, no se convertiría en un Buda.