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Historia de Hariti


Hariti era la esposa de Pancika, rey de los yaksas. Había dado a luz a no menos de diez mil hijos, cada uno de los cuales poseía una fuerza hercúlea. El último de ellos se llamaba Pingala.


Hariti, por su parte, era extremadamente cruel y tenía un gusto especial por el infanticidio: se comía a los hijos de los demás. Ante esta abominación, el pueblo no sabía qué hacer y finalmente decidió rezar a Buda. En respuesta a los rezos de la gente, el Buda decidió agrandar un cuenco que tenía a su disposición y encerró en él al pequeño Pingala. Hariti, que lo amaba profundamente, lo buscó durante siete días enteros, sin llegar a saber dónde estaba. Entonces se enteró de que el Buda tenía una sabiduría infinita, y fue a preguntarle si sabía dónde estaba su hijo.

Le respondió: «Tienes diez mil hijos, y habiendo perdido sólo uno, sigues sufriendo mucho. Piensa, pues, que en tu reino muchas familias sólo tienen uno, dos, a veces cinco hijos, y que los estás matando.»

Ante estas palabras, Hariti, dándose cuenta de sus errores, se comprometió a no matar a más niños, con la condición de encontrar a su propio hijo. El Buda le mostró entonces a Pingala encerrado en su cuenco. La Reina intentó sacarlo de allí, pero sin éxito.

«Si hoy tomas los tres refugios, respetas los cinco preceptos y te comprometes a no matar a nadie hasta tus últimos días -le dijo el Buda-, encontrarás a tu hijo.»

Hariti tomó los tres refugios y prometió respetar sus compromisos. El Buda le devolvió así a su hijo, y luego añadió:

«Mantén tu palabra, Hariti, respeta los preceptos. En la época del Buda Kasyapa, eras la séptima hija del rey Kanish. Has prodigado grandes riquezas al pueblo y has acumulado muchos méritos. Pero nunca cumpliste los preceptos, por eso hoy eres un yaksa.»

La lección que debemos aprender de esta historia es que no debemos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros. Aparte de que este es el principio fundamental de los preceptos, esta recomendación también nos permite limpiar nuestros malos karmas.