Menú Cerrar

¿Cómo sabemos si realmente practicamos el budismo?


En Occidente, el cristianismo es la religión tradicional, por lo que el conocimiento de las religiones orientales es bastante limitado. Esto tiene sus ventajas, porque podemos empezar de cero, pero por otro lado no es difícil cometer errores, porque algunas cosas comúnmente aceptadas en Oriente parecen exóticas, incluso increíbles.


Pero no nos equivoquemos: hay gente entre nosotros que afirma que lo más importante es seguir a un maestro que es el representante de una determinada tradición, de un determinado linaje, y por lo tanto se puede ver quién fue su maestro, el maestro de su maestro, etc. Esto no es malo, pero por mucho que comprobemos quién es discípulo de quién y retrocedamos en el tiempo, es difícil estar seguros de que la enseñanza transmitida oralmente en cuestión procede directamente de Buda y ha llegado hasta nosotros sin cambios, y resulta que esta forma de comprobarlo no es muy fiable.

Otros leen textos escritos por alguien que afirma que son las enseñanzas de Buda, aceptan algunas de las tesis descritas en ellos y empiezan a decir que eso es todo lo que hay que saber sobre el budismo. Esto tampoco parece creíble, ya que tales textos suelen expresar los prejuicios personales de sus autores y fácilmente acaban enfatizando ciertos elementos por ejemplo el altruismo, mientras que ignoran e incluso niegan de manera vehemente otros elementos como la reencarnación, el karma, etc. Aceptar sólo lo que nos gusta y rechazar el resto es un comportamiento humano normal, pero no conduce a la verdad.

En este caso, tal vez sea necesario un enfoque más equilibrado, así como darse cuenta de lo obvio: por un lado, tenemos los sutras, que contienen lo que dijo Buda, y por otro, para comprender realmente las enseñanzas y practicarlas correctamente, uno suele necesitar ser guiado por un maestro iluminado.

Por supuesto, las traducciones de los sutras al inglés y a otras lenguas occidentales suelen ser inexactas e incompletas y, por desgracia, están muy influidas por los prejuicios y concepciones personales de los traductores. Este problema no es único y se ha observado en varias ocasiones, sobre todo en traducciones del sánscrito al chino en el pasado, donde se han hecho varias traducciones de los mismos textos. Al mismo tiempo, no se puede negar que todos los sutras hablan clara y explícitamente sobre la reencarnación, el karma, es decir, los frutos que cosechamos como resultado de nuestras acciones pasadas, los dioses y los diferentes mundos o planos de existencia, y en este sentido, uno no puede negar estas cosas si es practicante del budismo. Además, mientras no haya contradicciones entre los sutras, debemos aceptarlos, porque de lo contrario sencillamente no tendríamos en qué basarnos para afirmar que practicamos el budismo. Esto no excluye la necesidad de ser cautelosos, y si un sutra contradice a los demás, o si un pasaje expresa algo que no se encuentra en ninguna otra parte, parece razonable ser escéptico.

En cuanto a los maestros, también hay puntos delicados y no es fácil juzgarlos, pero si lo que dicen contradice los sutras o si violan los preceptos, por ejemplo bebiendo alcohol o entregándose a actos inmorales, está claro que no aprenderemos nada bueno de ellos, y mucho menos ninguna enseñanza budista. De hecho, la importancia de observar los preceptos se subraya en muchos sutras (por ejemplo, el Sutra Mahaparinirvana), lo que deja claro que el budismo no sólo se expresa a través de discursos o meditaciones, sino también mediante exigencias y acciones concretas.

Por último, debemos recordar que, como indican los sutras y los sastras, el Buda y los bodhisattvas protegen y ayudan a quienes buscan sinceramente aprender y practicar las enseñanzas budistas. Por eso, aunque los sutras nos parezcan incomprensibles y no haya maestros adecuados a nuestro alrededor, no debemos perder la esperanza y debemos perseverar en nuestra búsqueda.