El tathāgatagarbha se refiere a la naturaleza innata permanente que poseen todos los seres sensibles, que también se conoce como el octavo vijñāna o ālāyavijñāna. Es la esencia que se descubre en el momento de la iluminación. Como se afirma en el Sutra Tathāgatagarbha: «Veo a los seres sensibles transmigrando en ciclos incesantes de nacimiento y muerte, mientras cada uno posee su propia naturaleza pura maravillosa y última, tathāgatagarbha, que es exactamente igual a la mía.» Alcanzar la iluminación significa encontrarse con esta esencia y adquirir así la sabiduría de la iluminación o, en otras palabras, darse cuenta de cuál es el origen de todos los fenómenos, el origen de la vida misma.
Previendo las dificultades a las que se enfrentan los seres humanos en el mundo del deseo para practicar y alcanzar la Budeidad, Buda transmitió el Dharma en tres ciclos, a saber, los dos vehículos pequeños del Hinayana, que corresponden al primer ciclo, y el vehículo grande del Mahayana, que corresponde al segundo y tercer ciclos, con el fin de ayudar a los discípulos a progresar paso a paso según sus diferentes niveles de práctica y alcanzar finalmente el camino último hacia la Budeidad.
De este modo, alcanzar la iluminación, que sólo es posible mediante la práctica del gran vehículo mahayana, significa cruzar un umbral adquiriendo la sabiduría, prajna, que permite la comprensión progresiva del contenido del segundo y tercer ciclo de transmisión del Dharma, y finalmente alcanzar la Budeidad.