Damamukanidanasutra – Capítulo 24.
Érase una vez, en un lejano reino llamado la Tierra Dorada, un joven rey llamado Maha Kapphina. Era fuerte y valiente y gobernaba muchos pequeños reinos. Su ejército era poderoso y nadie se atrevía a desafiarle.
Un día, unos mercaderes viajeros le trajeron un magnífico regalo: una tela de algodón tan suave y fina que parecía una nube. Cuando el rey preguntó de dónde procedía la tela, los mercaderes respondieron: «De Oriente».
El rey, lleno de orgullo, pensó: «¡Todos los demás reyes deberían mostrarme un poco de respeto! Voy a enviarles un mensaje para que sepan quién soy».
Así que envió un mensajero al rey Pasenadi, con un mensaje muy arrogante: «¡Debes obedecerme inmediatamente! Cuando oigas mi voz, ¡debes levantarte, moverte y hacer todo lo que te diga!
El rey Pasenadi estaba preocupado y fue a pedir consejo a un sabio muy especial: el Buda.
El Buda sonrió y dijo: «No se preocupe. Hay reyes más grandes que él».
Entonces el Buda hizo algo mágico. Se transformó en un rey celestial, rodeado de luz y belleza. Cuando el mensajero de la Tierra Dorada lo vio, se quedó atónito.
Este rey luminoso dijo al mensajero: «Yo soy el verdadero rey de todos los reinos».
Mostró su poder no a través de la fuerza, sino de la sabiduría. Tensó un arco que nadie más podía tensar, y cuando disparó una flecha, ésta se convirtió en luz e iluminó el mundo entero.
Esta luz tocó a todos los seres: seres celestiales, humanos en la tierra, criaturas en los océanos, incluso a los que sufrían. En todas partes, la gente sintió alegría, paz y compasión.
El rey de la Tierra Dorada y sus ministros quedaron tan impresionados por esta sabiduría que pidieron ser discípulos del sabio luminoso.
El Buda explicó a su discípulo Ananda: «Este rey fue generoso en una vida anterior. Ayudó a reparar un templo y a alimentar a los monjes. Por eso ahora tiene la oportunidad de comprender la verdadera sabiduría».
Y así el orgullo del rey se transformó en humildad, y la violencia en compasión.
Esta historia no es simplemente un cuento, sino un espejo que nos invita a mirar lo mejor de nosotros mismos. Esta historia nos enseña varios valores importantes:
- La verdadera fuerza no reside en la violencia
La fuerza del rey de la Tierra Dorada parecía impresionante al principio: muchos soldados, un gran ejército, un reino poderoso. Pero el brillante sabio nos muestra que el verdadero poder reside en la compasión, la sabiduría y la capacidad de comprender a los demás.
- La humildad es una virtud
El joven rey, orgulloso y arrogante al principio, aprende que nadie es todopoderoso. La verdadera grandeza se encuentra en la humildad y la amplitud de miras. Ser capaz de reconocer las propias limitaciones es un signo de madurez.
- La generosidad da frutos
La historia demuestra que las buenas acciones del pasado -incluso las más pequeñas- pueden tener consecuencias positivas en el futuro. En una ocasión, el rey ayudó a reparar un templo y a mantener a unos monjes, y esta generosidad acabó llevándole a conocer al sabio y a comprender una verdad más profunda.
- La compasión transforma
La luz del sabio no era de castigo, sino de curación. Tocaba con compasión a todos los seres, desde los seres celestiales hasta las criaturas que sufrían. Esto demuestra que la verdadera sabiduría busca comprender y ayudar, en lugar de juzgar o condenar.
- Todo el mundo puede cambiar
El rey, a pesar de su orgullo inicial, es capaz de transformarse. Esto nos recuerda que nuestros defectos no son definitivos y que siempre podemos elegir crecer y aprender.
Video: https://youtu.be/5M9vsrG-CFc