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La paciencia (優婆塞戒經)

El Buda, en el séptimo capítulo de los preceptos que propuso a los bodhisattvas, abordó la cuestión de la paciencia desde diferentes ángulos:


En cuanto a la paciencia que es posible ejercer hacia aquellos que nos tratan con desprecio e injustamente, podemos practicarla sintiendo compasión hacia ellos y deseando que se conviertan en budas.

Tengamos en cuenta también que lo que estas personas desprecian en nosotros es siempre temporal: no soy el cuerpo del que se burla la otra persona, ni el rasgo de carácter, la palabra, el pensamiento del que se burlan. Siendo conscientes de ello, los ataques de los demás se deslizan sobre nosotros.

Recordemos que si estas personas son agresivas es porque sufren mucho, porque su ignorancia les ciega. Entonces sabremos responder a su agresividad con compasión y, en consecuencia, encontrar la paciencia necesaria para recibir serenamente su desprecio.

Por último, es posible que trabajemos asiduamente en lo que tiene sentido, de manera que lo que no lo tiene nos importe poco. Así, si alguien busca perjudicarnos o aprovecharse de nosotros por motivos insignificantes, nos importará poco, estando mucho mejor ocupados en lo que realmente importa. Porque, ¿qué importancia pueden tener las contingencias materiales y todas esas minucias a las que tantos seres humanos son aficionados para alguien cuyo principal interés es crecer en la virtud y en el conocimiento de la verdad?

También debemos aprender a ser pacientes con el Dharma: los misterios que encierran las palabras de Buda pueden escapársenos, pero si perseveramos en la voluntad de descubrirlos y, por tanto, nos aplicamos a la paciencia, un día u otro descubriremos su significado y alcanzaremos así la iluminación. Recordemos que nuestro verdadero yo es naturalmente infinitamente paciente. Quien alcanza el primer bhumi de bodhisattva y puede así ser consciente de su verdadero yo en todo momento, adquiere una inmensa paciencia.